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De repente, el último verano

Cuando en la vida alguien nos importa de verdad, derribaremos todos los obstáculos para estar junto a ella.

Dentro de la cultura cinematográfica, literaria y de los cómics galos existe desde hace ya mucho tiempo un subgénero al que podíamos catalogar como “historias de la clase alta francesa”. En ellas vamos a conocer a personajes que han vivido en esa imaginaria nube de comodidad que les rodea, aislándolos de la vida “real”. Pero un suceso inesperado, en la mayoría de las ocasiones, hace que abran los ojos a situaciones o personas que hasta ese momento no habían existido para ellos, y que eran meras sombras que se movían en su periferia.

Este cómic, “Bajo los guijarros, la playa”, es un perfecto ejemplo de esto que os hablo. Sus protagonistas son tres jóvenes de buena familia que, por esas circunstancias que se dan en algunas ocasiones, van a vivir un verano que no olvidarán nunca por diversos motivos.

Hijos de familias bien, se quedan solos en Kertudy, una tranquila (tal vez demasiado) localidad costera donde veranean. Pero la alegría llega a los muchachos cuando se acerca el día en el que pasarán una temporada solos, sin la vigilancia de sus estrictos progenitores, pudiendo hacer lo que les plazca.

Albert, Francis y Edouard dedican las primeras horas de esa nueva libertad a catar los vinos del padre de uno de ellos, ya sea en una de sus casas o en la solitaria playa.

Y precisamente en ese lugar sus vidas darán un giro inesperado al conocer a la atractiva Odette, una misteriosa muchacha, algo mayor que ellos, que va a convertirse desde el minuto uno en objeto de deseo del trío, aunque los que más lo manifiestan (de manera harto torpe) son Francis y Edouard, que sin saberlo se están metiendo en la boca del lobo…

No quiero destripar mucho más del argumento, ya que vamos a llevarnos alguna que otra sorpresa. Tan solo puedo adelantar que Albert, el más estoico de los tres, actitud tal vez heredada de su padre militar, es quien finalmente compartirá el lecho con la joven, iniciándose una de esas historias de amor que llegan a traspasar las viñetas, sobre todo cuando la realidad, en su forma más cruda y violenta, les golpee, ya que el chico va a conocer un submundo que hasta ahora le era totalmente ajeno, y al que se lanza de cabeza sin pensarlo dos veces, tal es el sentimiento que alberga por Odette…

Y es que no hay acción sin reacción, y lo que ocurre entre los tres jóvenes, Odette y otros dos personajes con una importancia vital en la trama, Marius y Edmond, cambiará para siempre las vidas de los protagonistas, ya que estos dos últimos, junto a la bella rubia, son un trío de amigos de lo ajeno.

Pascal Rabaté (Ibicus, Río abajo, Buenos días, tristeza…), uno de los grandes nombres de la BD francesa nos sumerge con maestría en la vida de estos jóvenes inexpertos, que van a darse de bruces con una situación para la que no están preparados, con unas consecuencias que los marcará irremediablemente. Aunque, como ya comento, este estrato social de la sociedad suele arreglar sus problemas sin que el ruido alerte a nadie a su alrededor, caiga quien caiga.

Como suele decirse, “las manchas se lavan en casa”.

Bajo los guijarros, la playa

Pascal Rabaté

Tapa dura

Color

152 págs.

25 euros

Planeta Cómic

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