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Los desastres de la guerra

Uno de los grandes maestros del género ero guro, Suehiro Maruo, lleva su mirada hacia el pasado, a la consecuencias del gran conflicto armado que golpeó a su país, Japón.

Las calles de los pueblos y ciudades se llenaron de gentes sin hogar, hombre y mujeres que pululaban de aquí para allá pidiendo un trozo de pan. Pero en los primeros relatos incluidos en este volumen titulado Paraíso, su autor observará a los más jóvenes, los niños, huérfanos la mayoría y en uno en concreto, el pelirrojo Michio, un niño que, junto a otros, se busca la vida en la urbe.

Con una manos ágiles roba las carteras de los despistados, cosa que puede que le acarree algún que otro problema, ya que las patrullas policías realizan constantes redadas por los alrededores, y los chavales sin casa son llevados a un lugar donde se les pueda tratar como es debido.

O al menos ésa es la teoría, ya que el  Hospicio de San José, regido por el estricto padre Schreck, no solo odia a muerte a todos los que practican el budismo, sino que aprovechando los momentos de intimidad con alguna niña, las instruye en la vida de los santos y mártires, mientras realiza prohibidos tocamientos…

El martirio obsesiona al padre Schreck

Este hecho, y la violencia que se respira en el orfanato, harán que en la mente de Michio se fragüe un vengativo plan, que culminará con una imagen en la que el autor de la obra brinda un homenaje a uno de los grandes directores de cine español, Luis Buñuel.

Finalmente, el propio Schreck sufrirá en sus carnes lo más parecido a ese santo martirio que enseñaba en sus clases.

De regreso a las calles, el terror de los más jóvenes y mayores surge con tan solo nombrar a una extraña mujer, portadora de una oscura leyenda. Ella es Nenkorori, que con el rostro semioculto y sujetando entre sus brazos a un bebé, pasea su escuálido cuerpo mientras canta una canción que hiela los huesos que aquellos a los que se acerca.

Afortunadamente, no todo es drama en este lugar, ya que también había representantes de la iglesia que, con no poco sacrificio, ofrecían lo poco que tenían a los más necesitados. Es el caso del protagonista de la última parte del volumen, el padre Kolbe. De origen polaco, sonreía sin descanso cuando veía a un niño en apuros en las calles de Nagasaki (nombre que pesará sobre varias partes del relato, y que culmina con la imagen del temible hongo atómico…), a los que daba su incondicional ayuda.

Los niños de la calle.

Por desgracia, las oscuras nubes del horror se plantan sobre la cabeza de este personaje, que es internado en un lugar de ominoso recuerdo, donde la muerte pululaba por todos sus rincones. Me refiero al campo de concentración de Auschwitz, donde la generosidad de este hombre volverá a hacerse patente cuando le salve la vida a otro prisionero, con el que se intercambiará ante la crueldad de los mandos nazis, que los encierran para que mueran de hambre.

Y precisamente, a través de esta terrible experiencia, se cierra el círculo argumental, ya que Suehiro Maruo nos muestra el martirio que sufrirá el sacerdote.

Las contenidas en este volumen son algunas de sus últimas obras realizadas por Maruo que, pese a la dureza de algunos momentos, mantiene esa extraña y enfermiza belleza en un limpio trazo que ha hecho de su autor uno de los grandes nombres del manga para adultos.

Paraíso

Autor: Suehiro Maruo

Tapa blanda

Blanco y negro

184 págs.

16,95 euros

ECC Ediciones

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