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Juez, jurado y ejecutor

En la ciudad de San Futuro, los ajustados trajes de licra abundan, pero el representante de la Ley aún no ha encontrado a ningún héroe.

Los años 80 fueron un momento crucial en la historia de los comic-books norteamericanos. Renovarse o morir, dicen. Así que unas ventas que bajaban irremediablemente, sumado a que la sequía creativa parecía ser la norma a seguir (salvo honrosas excepciones, claro) provocaron que a algunos autores se les diera la suficiente libertad creativa como para traspasar los límites y normas del género de superhéroes, creando obras tan personales como el Watchmen de Alan Moore o el Dark Knight Returns de Frank Miller, en las que la violencia y una serie de temas que nunca se habían tocado alucinaran a unos y escandalizaran a otros.

Se había abierto una puerta a través de la cual entró mucho talento creativo, la mayoría proveniente de tierras británicas, aportando a los años 90 otra manera de hacer tebeos. A esa nueva visión de los tipos con capas y mallas se la bautizó como grim & gritty.

Y claro, ante tanta seriedad y crujir de dientes era inevitable que surgiera la autoparodia. Y vino precisamente de la mano de una pareja de ingleses (¡cómo no!) que con una perfecta mezcla de talento y mala uva crearon a un personaje que tomada ciertas características de uno de esos antihéroes, el británico Juez Dredd. Eso sí, nadie podía imaginar en la marvelita línea Epic que iban a llegar tan, tan lejos con su personaje, Marshal Law.

Pat Mills y Kevin O´Neill, los papás de la criatura, nos sitúan en una futura y destruida por un cataclismo San Francisco, que a partir de entonces será bautizada como San Futuro.

Los superhéroes son lo común en sus calles y ciclópeos edificios, que parecen salidos de la mente de un arquitecto loco. Bandas de criminales visten los coloridos uniformes de aquellos que se supone defendían la justicia, aunque el crimen y la violencia extrema es su tarjeta de presentación.

Ante este panorama, la única manera de apagar el fuego es con una llama más potente. En este caso el agente de la ley más eficaz, duro, irreductible, y que a causa de una serie de experimentos en su juventud, es incapaz de padecer el dolor físico. En su vida real es un desempleado llamado Joe Gilmore, pero en las calles de la ciudad todos tiemblan cuando se pronuncia su nombre, Marshal Law.

Pues bien, en este volumen integral, que recoge sus más importantes peripecias, vamos a conocer muy bien la psique de Marshal, obsesionado por su odio hacia los supertipos, a los que considera una lacra de la sociedad. En Miedo y Asco, un temible psicópata que oculta su rostro ha matado ya a varias mujeres que vestían como la gran heroína Sirena Celeste, pareja del superhombre definitivo, al que todos admiran y quieren. Espíritu Público es su nombre y, como no podía ser de otra manera, el primer sospechoso en la lista de Marshal, que no se cree la pátina de heroicidad de este tipo que viajó a las estrellas…

Lo único que devuelve la humanidad al agente de la ley es su relación con la que fue su vecina, Lynn, aunque ésta se va a ver implicada en este caso de una manera que Law nunca va a poder olvidar.

En su siguiente “aventura”, Marshal Law toma Manhattan, el jefe de éste, McGlam, lo envía a la ciudad que nunca duerme, New York, ya que un peligroso vigilante, Don Matrione, al que todos conocen como El Perseguidor, se ha auto internado en el Instituto, un sanatorio mental en que se va rodear de una serie de internos, cada uno con una patología diferente, que los hace pensar que son gente con superpoderes.

El choque entre Law y Matrione será especialmente fuerte, ya que se conocen del pasado, y aún quedan algunas heridas sin cicatrizar.

En El Reino de los Ciegos, conoceremos al millonario y filántropo Scott Brennan, un tipo que heredó la fortuna de su padres, asesinados al salir de un videoclub (¡) y que por las noches se transforma en Ojo Privado, un expeditivo luchador contra el crimen.

Pero si algo caracteriza a todos estos “héroes” es que ninguno se libra de tener algún esqueleto en el armario. Y Brennan no será una excepción…

Si estos retazos de sus argumentos os han parecido de lo más extremo, esperad a disfrutar de Odioso Muertos, Superbabilonia y Tribunal Secreto, donde el protagonista se va a enfrentar a hordas de muertos, entre ellos alguien muy conocido (y querido) por él, llevándole al auténtico límite, un momento que pocos podréis imaginar y que os va a dejar con la boca abierta.

Y para rizar el rizo, Law viajará al espacio junto al supergrupo conocido como Tribunal Secreto y se enfrentará a una amenaza que parece imparable. En paralelo conoceremos la historia de un joven miembro de la Legión de Héroes, Chico Gigante, que va a ser muy importante en el desenlace de la trama.

Hubo un antes y un después de Marshal Law, la imaginación y humor corrosivo de Pat Mills junto al el apabullante talento gráfico de Ken O´Neill, que nos mete de cabeza en estas páginas repletas de detalles que no nos podemos perder, dieron como resultado un auténtico clásico moderno que parodiaba al colorido universo de supertipos, no dejando a títere con cabeza.

Para los ultra completistas, comentar que el personaje protagonizaría tres curiosos crossovers junto a Pinhead, Savage Dragon y The Mask, además de dos novelas escritas e ilustradas por los creadores, tituladas The Day of the Dead y Cloak of Evil.

¿Logrará Marshal Law algún día encontrar a un héroe…?

Título: Marshal Law

Guion: Pat Mills

Dibujo: Kevin O´Neill

Tapa dura

Color

480 págs.

ECC Ediciones

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