Regresamos a la Casa de Slaugther para conocer a uno de sus miembros.
Edwin forma parte de los pañuelos rojos que, a diferencia de los cazadores que portan el negro más absoluto, es un archivista que se ocupa de recabar información del pasado. En el caso particular del retraído muchacho posee un especial talento para el dibujo, y plasma con su pincel en la superficie blanca de varios cuadernos, ilustraciones que parecen salidas de auténticas pesadillas.
Pero esta situación de “comodidad”, alejado de la realidad del exterior, del peligro, va a verse interrumpida cuando se le encomiende una nueva misión que lo saca de las paredes de la Casa Slaughter, ya que en las inmediaciones de un lago, un grupo de jóvenes excursionistas, encuentra el cadáver de una muchacha sin ojos.
Extraños sucesos parecen afectar a los niños, por lo que Edwin embarcará en una pequeño navío, y fondea en el lago, comenzando una investigación que para nada será lo que él espera.
A bordo del barco tendrá largas conversaciones con su tótem Hermes, que no es otro que el pincel que siempre le acompaña y que, como el resto de miembros de esta organización, contiene la esencia de un monstruo al que han sabido dominar y enclaustrar en el objeto.
Pero poco a poco, las palabras del Hermes van a conducir a Edwin a un terreno oscuro, sombrío, que hasta ahora descansaba oculto en su propia memoria, y que va a tener mucha importancia en la resolución de la trama.
Mientras tanto, en sucesivos flashbacks seremos testigos de la llegada del joven a la Casa, donde es recibido con no pocas reticencias por algunos de sus miembros, hecho este que sigue existiendo en la actualidad, como pude apreciarse en la actitud de otra pañuelo rojo, Gerde, que no para de recordarle la auténtica misión de su facción.
Regresamos al apasionante universo de Hay algo matando niños, en esta colección spin off que nos va a ir presentando, en diferentes arcos argumentales, a varios de los miembros de este particular grupo. Si en el anterior volumen conocimos la historia de amor entre Aaron y Jace, en este seguiremos a Edwin por un sendero en el que descubrirá su verdadero origen, y las verdaderas intenciones de su tótem, ya que nada es lo que parece en este relato.
Y por si esto fuera poco, una inquietante y letal presencia descansa en el oscuro fondo del lago.
Otra característica de estos arcos argumentales es que viene firmados por diferentes equipos creativos, encabezados claro está, por los “papás” de la criatura, James Tynion IV y Werther Dell ´Edera, que esta vez ceden el espacio creativo al guionista Sam Johns y la dibujante italiana Letizia Cadocini, dúo que realiza, junto al colorista Franceso Cegala, un trabajo digno de elogio, con una historia que contiene una fuerte carga psicológica.
El volumen se completa con una galería de portadas alternativas firmadas por grandes nombres de la viñeta internacional, como Andrea Sorrentino o Chris Burnham, por citar tan solo a un par como ejemplo del nivel de calidad.
La Casa Slaughter Volumen 2
Guion: Sam Johns
Dibujo: Letizia Cadocini
Tapa dura
Color
152 págs.
17,95 euros
Planeta Cómic