El patio de un colegio puede convertirse, de golpe y porrazo, en el escenario de una de las experiencias más alucinantes de la vida de una niña.
Y todo por un balón de fútbol…
Ante el inmenso árbol que ocupa parte de este patio en el que los niños desfogan esas horas de inmovilidad que deben pasar dentro de las clases se encuentra un chiquillo que, lloroso, mira impotente hacia la copa de éste.
Su hermana mayor Sara, cumpliendo a la perfección su papel de salvadora y arregladora de los grandes “dramas” que de vez en cuando acosan al chaval, acude junto a él ya que su apesadumbrada imagen la pone en modo alerta.
Y es que resulta que, peloteando, el balón del niño se ha terminado desapareciendo dentro de la frondosa copa del árbol. Esa pelota del Sporting de Gijón que su padrino le regaló y que ha dado tan buenos momentos a este joven aficionado al balompié.
La solución está clara, y aunque en principio la chica no está muy por la labor, el insistente lloriqueo de su hermano hace que se arme de valor y comience la ascensión por las ramas del árbol, donde iremos viendo vestigios de otras días pasados, juguetes que reposan entre sus ramas y jamás fueron recuperados.
Justo en este momento, lo que se suponía iba a ser la simple búsqueda de un balón dentro de la frondosidad del árbol, se transforma en un viaje a un lugar desconocido, donde Sara se va a encontrar cara a cara con un tipo de lo más particular, que se hace llamar El Vigilante, y como su nombre indica y éste explica, su misión es observar la actividad de los patios de todo el mundo y dimensiones.
Con inusitada energía, después de que Sara le explique su presencia allí, el curioso ser la invita a un viaje que ni ella, ni nosotros los lectores, vamos a olvidar jamás. Un periplo a lo largo del globo terráqueo, del tiempo, el espacio y las dimensiones paralelas, a la búsqueda de la esquiva pelota…
Si en los dos anteriores volúmenes de esta colección, La media hora de los héroes y Campeones del mundo, el tándem formado por El Hematocrítico y Albert Monteys dejaba patente su buen hacer e ingenio a la hora de crear una serie de historias divertidas de leer tanto por los chavales a las que van destinadas en primera instancia como a todos aquellos que ya peinamos alguna cana que otra, consiguiendo que una sonrisa aparezca en nuestros rostros.
Y es que el argumento de este Viaje por patios infinitos, cuyo título que ya nos retrotrae a clásicos de la viñeta, se convertirá en un divertido periplo repleto de guiños y referencias, tanto comiqueras como cinematográficas, dejando claro que las mejores fragancias suelen venir en frascos pequeños.
Si usted, lector talludito, tiene hijos o hijas, por favor, corra y regáleles los libros de esta colección. Eso sí, no se prive usted también de pasar un muy buen rato disfrutando de las apasionantes ¡Leyendas del recreo!
Leyendas del recreo
Guion: El Hematocrítico
Dibujo: Albert Monteys
Tapa dura
Color
64 págs.
12,95 euros
Anaya – DeCÓMIC